CONÓCENOS

Desde las dos entradas del pueblo se puede contemplar bonitas e interminables vistas. A medida que descendemos hacía el centro podemos saciar nuestra sed en sus numerosas fuentes, observar su entramado de calles y sus pintorescos rincones. Su situación contraria a la puesta de sol, le hace anticipar el atardecer.

HISTORIA

El topónimo de la población es de claro carácter medieval, más concretamente de la etapa que conocemos como Reconquista.

Los vestigios más antiguos de actividad humana en las inmediaciones de Valle de Matamoros están relacionados con la actividad minera de La Bóveda por pueblos célticos asentados en esta zona, antes de la llegada de los romanos. Éstos denominaron a esta zona Beturia Céltica y continuaron la explotación de dicha mina como da muestra el tesorillo de monedas romanas que apareció en esta zona.

En cualquier caso, Valle de Matamoros, estuvo vinculado como aldea a Jerez de los Caballeros, ciudad de la que dependió hasta el siglo XIX.

Durante la Guerra de Separación de Portugal de la Monarquía Hispánica a mediados del siglo XVII, así como durante la de Sucesión al trono español a principios del XVIII, la población fue saqueada e incendiada por los portugueses, quedando parcialmente destruida.

Finalmente, tras un largo periodo de reclamación,Valle de Matamoros obtuvo su respectivo ayuntamiento, independiente del de Jerez de los Caballeros, hacia el primer tercio del siglo XIX, pero no así la parte correspondiente de término municipal, lo que motiva que esta población, con 5’2 Km2, posea en la actualidad uno de los términos municipales más pequeños de toda Extremadura.

GASTRONOMÍA

Durante la época invernal, nuestro pueblo, al igual que otros tantos pueblos de la región, se encuentra inmersos en el periodo de las matanzas y, obviamente, en todos los productos que de ella se derivan: tocino, adobo, morcillas (lustre y negra), chorizos (blanco y colorao) y salchichón.

Muy asociado a estas se encuentra el refrito, a base de pulmón, corazón, hígado, costilla, también un poco de carne, o el caldillo para las tostás, si bien otra alternativa mañanera en época de frío son las típicas migas y también las rebanás.

Como la gran mayoría de pueblos extremeños somos hijos del puchero: garbanzos, lentejas, alfeisanes (así conocemos aquí a las judías verdes), frediños, coles, guisantes, vainas…

En época de verano es común ver en los hogares valleros el alborraque o el gazpacho.

Otra peculiaridad gastronómica son nuestro dulces típicos como son los prestiños, las flores, las perrunillas, las roscas y el dulce membrillo.

Por último, no podemos dejar de mencionar nuestra gran riqueza micológica, que hace que sean muchos los visitantes que se acercan a nuestras tierras a recoger esta exquisitez de producto. Al igual que los espárragos y los berros.